- Un presentador de Informativos está más dedicado a contar la vida de los otros que la propia. Más, si cabe, uno que proyecta hermetismo...
- En realidad sigo siendo hermético. Además, antes consideraba que mientras ejercía el periodismo no podía consentir que mi vida particular interfiriera en mi trabajo en ningún sentido. Por eso nunca he hablado de mi vida personal.
- De hecho, seamos sinceros: el libro navega su vida personal, va por la superficie, no bucea; salvo un poco en la niñez.
- La niñez es nostalgia. Empecé a escribir el libro porque la editorial me pidió algo muy personal, algo que solo pudiera contar yo. Pero hay un momento en que estoy escribiendo y me arrepiento: escribir sobre la niñez y la juventud me parecía bien, pero cuando llegué a la parte más íntima... Además, escribir sobre la niñez tiene mucho sentido porque en cierto modo concibo el libro como un homenaje a mi padre. Me utilizo a mí mismo para narrar cómo era aquella época, cómo era el franquismo, qué ocurrió, etc.
- Es el relato del testigo de un tiempo.
- Soy testigo de una serie de cosas. Por ejemplo: cuando eres muy pequeño y vives en la España franquista pues vas a la Organización Juvenil Española (OJE), que era una organización juvenil franquista. Y también cuento cómo abandono ciertas cosas, como una manera de decir: "Miren, he probado de todo y al final me mantengo distante de todo".
- Hay un capítulo que arranca: "Me dice mi editora que hablo mucho de Franco". Como si el franquismo no hubiese permeado en todas las casas.
- En todas partes.
- ¿Cómo lo hizo en la suya?
- El franquismo en mi casa permeó poquísimo, la verdad. Mi madre era una mujer muy de derechas, era hija de guardia civil. Y en aquella época mi padre procuraba no manifestarse. Tampoco quiero decir con esto que fuera de izquierdas... Era crítico con cosas que pasaban, pero nada más. Fíjate que un día lo descubrí escuchando la Radio Pirenaica, y me dijo: "No cuentes nada". Para mi madre, que estuviéramos escuchando por la radio ni más ni menos que a Santiago Carrillo era un delito de lesa humanidad. Años más tarde se lo conté a Carrillo. Mi padre era un hombre muy sentencioso y creo que tenía razón en todo lo que decía. En todo. No le hice mucho caso en algunas cosas, pero conforme va pasando el tiempo vas actuando según esos aprendizajes. Por ejemplo, para tomar la decisión de dejar la tele me sirvió mucho aquello de "el cementerio está lleno de imprescindibles".
- Hace poco entrevistamos a Ramón Tamames. Contaba que a los seis años, cuando estaba en Extremadura, cantaba el 'Cara al sol' en el colegio, y de manera entusiasta, claro: era un niño.
- Yo jamás canté el Cara al sol en el colegio. En esa época iba a un colegio seglar, con unos maestros estupendos. Mi padre decía que la educación no sobra ni entre amigos. Es cierto que nunca tuve que cantar el Cara al sol en el colegio, pero sí en los campamentos de la OJE, a los 12 o 13 años. Era lo que había, era lo normal. Pero no lo cantaba de manera entusiasta: es más, lo hacía de un modo tan poco entusiasta que a veces me decían que cantaba los himnos como Serrat, que era un cantante catalán que empezaba por ahí. Para irte de campamentos o para tener unas vacaciones, o eras de la OJE o eras de los boy scouts. Y los boy scouts eran una cosa más bien, como de los escolapios, de colegios importantes. De pago. Y la OJE era prácticamente gratis, estaba todo subvencionado.
- ¿Se ha perdido un poco esa figura del profesor que determina una infancia?
- Espero que no, porque es lo más importante que hay. Tengo devoción por un profesor de filosofía que tuve: Romano García. Con él empecé a escuchar palabras con naturalidad como democracia sin que llevara detrás el apellido orgánica. Pero eso es lo de menos. Lo importante es que él era muy de Platón, así que hacía mucho hincapié en algo que para mí ha sido fundamental: que no nos fiáramos de las apariencias. Es decir, la caverna de Platón. Lo que vemos son apariencias, el fondo de la cuestión hay que buscarlo y eso es fundamental para el periodismo. Fue un tipo que además me introdujo en la música clásica, le gustaba Brahms. Qué importante es la enseñanza y tener buenos profesores, profesores vocacionales, profesores que sientan la educación de una manera especial, más en un momento en que la enseñanza adolece de tantas cosas... No sólo por culpa del sistema educativo, también por las redes. Hay tanto ruido que es muy difícil concentrarse en temas profundos.
- Le gustaría que cayese un meteorito en California, que se extinguieran las redes, ¿verdad?
- No, no. Mira, yo creo que las redes son un avance importantísimo. Internet tiene aspectos maravillosos. Es cierto que ChatGPT nos hace ser más vagos, pero también constituye una enciclopedia siempre a mano. No la he utilizado jamás, pero ahora que también está en WhatsApp, le hice una consulta. La información no era muy buena, discutible en varias cosas, pero ya te lo dan hecho. ¿Qué pasa con esto? Quien controle las redes va a controlar nuestro pensamiento. Y es algo que está ocurriendo.
- Ahora la lA nos va a controlar; hace dos días, las redes; antes, la tele; y ¡los periódicos!
- El poder, los poderes, siempre intentan controlarlo todo. No sólo el poder político. En ese intento de control, el poder se juega su ser.
- ¿Quién le dijo aquello de "hay que atornillar a Sánchez en la entrevista"?
- Eso salía casi de la calle. Desde que toma posesión como jefe de Gobierno, se ha dado un ambiente con Sánchez... Tras la moción de censura ya era El Okupa, y, que yo sepa, la moción de censura es una herramienta prevista en la Constitución. Y lo llamaban El Ilegal, El Ilegítimo... Pero bueno, pasaba lo mismo con Pablo Iglesias, ocurre ahora con Abascal... Son figuras que se granjean enemigos y que siempre resultan polémicos cuando salen en la tele.
- No hay ni un ajuste de cuentas en el libro.
- Obviamente este libro no es un ajuste de cuentas. Parece como si, al retirarnos, los periodistas tuviéramos la obligación de ajustarle las cuentas a alguien. Yo he hecho, creo, lo que quería hacer a lo largo de mi vida. ¿Presiones? Claro que se notan. El que tiene poder quiere salir muy bien en los medios, no soporta la crítica. Y cuando hablo de poder no me refiero solamente al que está en el Gobierno, también al que está en la oposición. Cuando tienes una edad determinada y un nombre en el periodismo, más o menos nadie se va a atrever a decirte nada de cómo tienes que hacer las cosas. Como mucho, si no les gustas, te ofrecen la salida del medio. Pero nadie se atreve a decirte nada. En mi caso todos sabían cómo soy: un tipo que ha intentado mantener un cierto equilibrio y no dejarse arrastrar por las apariencias. ¿He cometido fallos?, pues la tira. Pero lejos de la política. ¡Es que parece que el periodismo es todo política!
- Al menos lo parece desde hace una década.
- Mira, la sociedad sigue su marcha a pesar de la política, la que sea. En la política a veces hay demasiada propaganda y poca valoración de los datos. La mentira, por culpa de muchos medios, está ocupando posiciones más destacadas. Hay mucha gente que está convencida de mentiras de un lado y de otro, y es imposible convencerles aunque les enseñes el dato real. Están tan convencidos de su mentira que han convertido esa mentira en su verdad. La política es una maravilla ejerciéndola bien, pero ahora los políticos parecen fabricantes de eslóganes. Nada más. ¿Con qué ánimo? Unos para conquistar el poder y otros para mantenerlo. Me parece un poco bajo el tono de la política en general. Pero creo que el periodismo es mucho más que todo eso. Estoy convencido de que el periodismo de rigor tiene más valor ahora que nunca. He visto muchas cosas publicadas sobre mí y nunca nadie me ha llamado para preguntarme. Tenemos que darle una vuelta al periodismo. ¿Se hace el periodismo para salir en las redes? ¿Para el clickbait? ¿Para qué era el periodismo? Estamos haciendo un camino inverso en la profesión. No podemos ser dependientes de las redes. El periodismo es más importante, y no le estamos dando valor. Estamos pensando en cómo se va a difundir esto en las redes. Es absurdo, es absurdo.
- ¿Qué hacemos?
- Hacer periodismo. Hacer periodismo de verdad y desoír las redes. Yo soy firmante de un manifiesto, el Manifiesto Off, que procura una lucha por recuperar el control de tu vida frente a la intromisión de las redes, de las tecnologías digitales. Las redes, en origen, son positivas. Pero si a través de ellas la mentira se va inmiscuyendo en tu vida, me parece que hay que intentar recuperar el control. Una de las cualidades del ser humano es ser capaz de discernir.
- ¿Y usted ha dejado de discernir?
- No, yo no me considero incapaz de discernir, pero a veces me siento influido por las redes. Me levanto por la mañana y hay informaciones que te pueden hacer pensar cosas que con un poco de reflexión no pensarías. Creo que deberíamos ser más libres, que la influencia de las redes no pese tanto. Pero yo no he dicho nunca que me las cargaría.
- Habla bajito y con pausa, y con muchísima seguridad.
- No creas... Mira, cuando un día decido que voy a dejar los Informativos no es solo por el trabajo, sino por todo el ambiente que te acabo de describir. Pero, sobre todo, ¿sabes por qué lo dejo? Porque estoy haciéndome mayor. ¡Qué cosas! Hay un momento en que salir de casa cada día a las 10 y volver a tu casa en Valdemorillo a las 23, todos los días de tu vida, todos los días de tu vida... Es decir, que no puedes hacer una vida normal, no puedes ir un día por la tarde al cine, no puedes salir con los amigos... Pues te vas planteando que la vida es mucho más que un trabajo que puede llegar a ser obsesivo.
- ¿Ha tenido una dedicación o una vocación muy fanática?
- Yo fanático no he sido jamás de nada. Lo que sí he tenido es una dedicación y una responsabilidad muy profundas, entonces nunca dejas de ser periodista, ni cuando libras. Pero en un determinado momento, pensar que la vida tiene otros elementos aparte del trabajo es importante.
- Voy a hacer de abogado del diablo: ¿y eso no lo ha pensado hasta ahora?
- Lo llevaba pensando hace mucho tiempo. Lo que pasa es que hay que encontrar el momento y verbalizarlo. Cuando eres excesivamente responsable, siempre piensas: "¿Cómo me voy a ir ahora, que ha llegado el Covid?".
- "¿Sin mí no va a funcionar?".
- El ego conmigo no va, pero si tú eres responsable no puedes irte en un momento inapropiado. Tengo poquito ego. Quizá porque afortunadamente me cesaron casi de inmediato en mi primer trabajo, con Pilar Miró. Duré en la tele cinco meses ¡y era el telediario que veía todo el mundo! Me lo tomé con una normalidad increíble. Nadie es imprescindible. Además, eran tantos los problemas que teníamos en la tele en aquella época que en cierto modo para mí era un alivio. Y siempre he pensado que estamos de paso. El síndrome ese que tienen algunos de eterna permanencia, que porque han probado la tele tienen que seguir ahí... Yo he estado muchos años en la tele, per también he pasado momentos duros. No todo han sido éxitos.
- El libro narra varios fracasos.
- El libro va de fracasos y de cómo superarlos. He conocido a muchos presentadores de telediario que, cuando tuvieron que dejar la televisión, para ellos fue una tragedia. Para mí no. Yo dejé la televisión y fui director de Radio Nacional, por ejemplo. Ahora me he ido, y lo he hecho con una tranquilidad... Además, como tú sabes, he colaborado con la empresa para buscar a mi sustituto, que es una maravilla. No sé si eso lo hace mucha gente. Lo mejor que podía hacer por la empresa era ayudar a que quien viniese fuese una persona solvente.
- ¿Siempre ha transmitido sosiego?
- No tanta, supongo que en este caso me ayuda que voy a cumplir 70 años dentro de unos días. No sé el tiempo que me va a quedar aquí, así que ha llegado la hora de hacer otras cosas. No me planteo la muerte, no la esquivo, eh, pero no me planteo la muerte, me planteo la vida. Por eso he dejado los Informativos. Ahora me encanta viajar, me encanta ir al programa de Pepa [Fernández, No es un día cualquiera], he escrito un libro y doy conferencias, charlas, algún evento, reuniones con alumnos...
- Hay un capítulo en el que habla del pánico, del miedo escénico, de la ansiedad. Y escribe cómo acudió a una..
- A una psicóloga. Era gallega. Carmen Vázquez Bandín. Murió hace mucho tiempo. Era amiga mía. No es que yo fuera a una clínica, como se ha publicado, es una amiga que era psicóloga a la que le conté lo que me pasaba... No tendría problemas en reconocer algo así. Parece que además hay que normalizar esas cosas, pero en este caso era solo una amiga. Y le dije: "Oye, me ha pasado esto, se me han puesto las pulsaciones a 200 por hora, no podía ni hablar". Por entonces presentaba el único Informativo que se hacía el día de la huelga general. Estaban pendientes de ti el Gobierno, los sindicatos, la oposición, los empresarios, tu propio director... Era una presión ambiental... Ese día estaba todo parado en España, salvo ese informativo. Entonces, por primera vez en mi vida, no me salía el aire. Recorté las entradillas. Se lo conté a Carmen y me dijo que era la cosa más normal del mundo. Hay gente que se habría muerto ahí delante. Me recomendó tomarlo con humor, que me escribiese cosas positivas antes de empezar... Era una forma de de no estar pensando en que te puede venir el ataque. Pero cuando lo cuentan otros parece que has estado en un hospital psiquiátrico.
- ¿Entonces lo contó con naturalidad?
- Supongo que después de verla a ella. La comedia, decía Woody Allen, es tragedia más tiempo. A mí la comicidad me ha salvado de muchas cosas de estas.
- ¿Qué le pasó con Santiago Bernabéu?
- Yo tenía 14 años y Bernabéu conocía a mi padre. Mi padre era una persona muy normalita. Tenía una tienda donde había, aparte de alpargatas, mantas muleras, lonas para la vendimia, aperos de labranza en general, sombreros de paja... Y Bernabéu tenía una finca, así que mantenía una relación comercial con mi padre, que en un momento dado piensa que lo mejor que puedo hacer es una oposición para el banco. Le debió de decir a Bernabéu que me echara una mano. El enchufe de toda la vida... Cosas que pasan hoy en día.
- ¿Cuántas veces le han pedido que enchufase a alguien?
- No te lo puedes ni imaginar, pero nunca he metido a nadie. Sí a gente en prácticas, con buen expediente. Pero bueno: en aquel momento mi padre veía que el banco era una cosa segura. Y además estaba el ejemplo de Escámez, que había sido botones y llegó a presidente del Banco Central. Yo no quería e hice tan mal el examen... Bernabéu le envió un tarjetón a mi padre: "Lo siento, Perico, tu hijo no ha dado ni una".
- Pudo haber sido más eufemístico.
- Eso digo yo. Podría haber sido más sensible hacia mi padre. Bernabéu era un gran presidente del Real Madrid, pero debía de ser un poco tosco a veces. Es fundamental la preparación, cuando no hay preparación, no hay Bernabéu que valga. Ahora mismo mucha gente da por hecho que por ser bonito o bonita puede llegar a la tele sin mayor esfuerzo. No, no, no. La tele exige un esfuerzo tremendo.
- La religión fue algo muy importante en su infancia.
- Fue más importante para mi madre que para mí. En algún momento fui un niño creyente y practicante, con miedo al infierno y todo. La religión actuaba como un elemento de control de los pecados. Fíjate que cuando iba a los Jueves Eucarísticos, por las mañanas, pues ya acudía al colegio comulgado, y yo decía: "Qué buen niño soy, tengo a Dios dentro de mí", y esas cosas. Pero siempre he sido una persona que ha abandonado ciertas cosas sin traumas. Más adelante me fui a la iglesia protestante. Supongo que tendría una crisis de fe o algo así y me hice evangélico bautista porque un amigo mío cantaba en el coro, tocaba el contrabajo. Lo hacía de maravilla. El coro de la iglesia protestante era muy bueno y a mí me gustaba cantar. Era otra forma de ver la religión, como más cercana. No había imágenes de Cristo sangrando, había actividades... La abandoné. Y en un momento determinado vi que el franquismo empezó a parecerme muy duro y empecé a ser un crítico con el régimen. Hemos pasado de la OJE con diez años, a la iglesia católica, a la iglesia evangélica... Es una evolución, hasta que tú mismo entiendes que la razón no está en ningún sitio y que está en todas partes. No hay quien tenga la potestad de ser infalible.
- ¿Hubo bofetón de ateísmo?
- Yo no diría nunca que soy ateo. Diría en todo caso que soy agnóstico. No tengo la comprobación de que exista o no exista Dios, pero creo que hay que ser honesto en la vida. Hay que ser persona y procurar no tener muchos muertos detrás de ti, no tener ninguno, pero no porque te lo imponga la religión. He conocido personas ateas maravillosas, incapaces de hacer daño a nadie, con unos escrúpulos extraordinarios. Y he conocido a gente muy religiosa que la confesión les permite seguir haciendo barbaridades al día siguiente.