EEUU y Ucrania han llegado a un principio de acuerdo para que Kiev entregue a Washington parte de la explotación de sus minerales. Es la culminación de dos meses de negociaciones que rozaron el fracaso el 28 de febrero, tras la desastrosa comparecencia del presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski en el Despacho Oval. El pacto ha sido firmado virtualmente por el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, en Washington, y la viceprimera ministra y ministra de Economía de Ucrania, Yulia Svyrydenko, en Kiev. Ambas partes esperan cerrar el texto definitivo la semana que viene.
Todavía no se sabe nada de los detalles. El anterior, que descarriló aquel día fatídico de febrero, establecía un fondo común para la explotación de las riquezas ucranianas que sería compartido al 50% por cada país. Los ingresos se destinarían a la reconstrucción de Ucrania, pero sólo después de que EEUU hubiera recibido su mitad. El texto no incluía ninguna cláusula para la protección de la soberanía o la integridad de Ucrania.
Lo más paradójico es que nadie sabe si esas riquezas existen. El presidente estadounidense llegó a decir que quiere que Zelenski entregue a su país tierras raras -el nombre que reciben 17 elementos de la tabla periódica- por valor de medio billón de dólares (440.000 millones de euros). Es un sinsentido porque Trump ha pedido algo imposible. Y Ucrania, hábilmente, está dispuesta a entregárselo si acaso lo encontrara.
"En este momento, nadie sabe si en Ucrania hay tierras raras en cantidad suficiente. Sí hay reservas de petróleo, gas, litio y grafito, aunque no están entre las mayores del mundo", explica Tyson Barker, que fue número dos del equipo para la reconstrucción de Ucrania del Departamento de Estado y ahora es investigador del think tank Atlantic Council. Para Barker, el mayor argumento en favor de la presencia de esos minerales en Ucrania "es algo tan sencillo como que es un país grande. Cuanto más extenso sea el territorio, más posibilidades hay". Pero eso no significa que tengan la pureza o estén en la formación geológica adecuadas para hacer rentable su extracción.
La fuente de información pública más solvente sobre recursos mineros es el Estudio Geológico de EEUU (USGS por sus siglas en inglés). Y ese organismo es taxativo: no hay indicios de que Ucrania tenga reservas (confirmación científica de la presencia de esos minerales) ni, por supuesto, depósitos (reservas cuya extracción es rentable).
Como escribió en la publicación Mining.com la inversora y directiva en explotaciones mineras Amanda Marzillano van Dyke, las ideas de Trump se basan "en viejos análisis de la Unión Soviética que indican la presencia de rastros de tierras raras y una línea de análisis que dice que toda esa región podría tenerlas". Barker, desde su experiencia en el Gobierno, confirma esa tesis. "Sólo hay informes de los años 80 realizados por geólogos soviéticos", explica. Las propias autoridades ucranianas han reconocido que algunos de los estudios que señalan la presencia de tierras raras en el país tienen más de 60 años, según el think tank de Washington Center for Strategic and International Studies (CSIS).
La propuesta de Trump de pedir a Ucrania medio billón de dólares en tierras raras -un chantaje más bien, dada la disparidad de poder- no sólo viola el Derecho Internacional -la Convención de Viena de Derecho de los Tratados de 1969- sino también las matemáticas. En primer lugar, porque, si Ucrania no tiene tierras raras, difícilmente va a poder entregar esa cantidad. Y, en segundo lugar, porque todo el comercio mundial de este material es diminuto. No hay cifras unificadas, pero los datos sugieren que solo generó unos 3.000 millones de dólares en 2023, o sea, un poco más que la gira Eras de Taylor Swift. Es fácil hacer una cuenta de la vieja para calcular el valor económico real -más allá de especulaciones- de la economía de las tierras raras. En 2023, se extrajeron unas 350.000 toneladas de esos metales en el mundo. China produjo 242.000 toneladas, el 69% del total. De esa cantidad, exportó 52.307 toneladas, por las que obtuvo 488,8 millones de dólares unos 429 millones de euros).
La tonelada de tierras raras vale algo más de 10.000 dólares, mientras que, por ejemplo, la de platino vale el triple. Por consiguiente, medio billón de dólares en tierras raras equivale a toda la producción mundial de los próximos 167 años.
Ninguna empresa ha mostrado interés por entrar en el acuerdo de Trump y Zelenski para beneficiarse de él. El propio Gobierno ucraniano no ha valorado las presuntas reservas de lantanio, cerio, neodimio e itrio que dice poseer, y cuya explotación tampoco ha especificado si sería rentable. En todo caso, es muy probable que las empresas que exploten el mineral no sean estadounidenses. Porque, como Tyson explica, "EEUU no tiene grandes mineras". Los líderes son australianos, británicos, suizos y brasileños. La participación de entidades estadounidenses como socias financieras tampoco parece clara. Wall Street prefiere invertir en sectores como el tecnológico, donde las posibilidades de retorno son mayores que la minería en un país en guerra.
Ucrania sale algo mejor parada en los llamados minerales estratégicos, que es un concepto más ambiguo creado por los países industrializados para referirse a materias primas cuyo suministro es imprescindible para que funcionen sus economías. Ahí, Ucrania tiene algo que ofrecer, aunque tampoco mucho. Sus reservas más importantes son las de grafito, del que Kiev afirma tener el 6% del total mundial, lo que es una fracción de lo que tienen aliados de EEUU como Turquía (el 30%), Brasil (el 20%) y Mozambique y Madagascar (el 8% cada uno). Ucrania dice tener más de 250.000 toneladas de litio, lo que, al igual que en el caso del grafito, le sitúa a la cabeza de Europa. Pero, dejando de lado que esas cifras no han sido verificadas, son menos de la cuarta parte de las reservas de ese mineral que tiene EEUU, y no llegan ni a la décima parte de las de países como Australia, Chile, Argentina y, sobre todo, Bolivia.
Lo mismo ocurre con el petróleo. En cuanto al gas natural, Ucrania, sí tiene potencial, en especial, si se explota por medio del llamado fracking, una tecnología muy extendida en EEUU y prohibida en gran parte de Europa. Ucrania tiene mucho carbón y mineral de hierro. Pero esos minerales son muy abundantes en todo el mundo.
Queda un problema que da la puntilla al cuento de la lechera de Trump con los minerales de Ucrania: la guerra. Más de la mitad de las reservas minerales ucranianas podrían estar en territorio ocupado por Rusia, el que Trump quiere que siga controlado por Vladimir Putin. A eso se suma la destrucción de gran parte de la infraestructura eléctrica ucraniana, algo que amenaza con ser un golpe mortal para un sector con tanto consumo de energía como el minero. Barker, sin embargo, es más optimista ahí. "Ucrania tiene una capacidad de generación de energía eléctrica enorme, gracias a sus nucleares", destaca.
Y luego están dos de los grandes pecados de Ucrania: la burocracia y la corrupción. Fueron esos dos problemas los que llevaron al gigante petrolero estadounidense Chevron a cancelar su inversión de 10.000 millones de dólares en gas en Ucrania hace casi una década. Ahora, el presidente Zelenski ha llevado una limpieza considerable del sistema político e institucional ucraniano para hacerlo más transparente y acercarlo a los estándares de la UE. Su capacidad para gestionar la inversión extranjera en minería -si es que se produce- va a ser la gran prueba para saber si ha tenido éxito en su lucha contra la corrupción.